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viernes, 27 de noviembre de 2009

LA FRAGILIDAD DE UNA MADRE



Cada vez que veo a mi madre me recuerda a mi abuelo. El paso de los años quiere que se parezcan cada vez más físicamente. Y si comparamos a mi abuelo con mi tío Pedro, el parecido es asombroso. El caso es que me he puesto a examinar las fotos de las 3 generaciones; mi abuelo, en una foto lo más joven posible que he encontrado, teniendo en cuenta que murió hace 13 años; mi madre, a los pocos años de casarse; y una foto de servidor, de hace un año aproximadamente. Trato de seguir la línea descendente mediante las fotografías y la verdad es que me cuesta trabajo encontrar parecidos, aunque existen seguro.

Cuando veo a mi madre en esta foto y en la actualidad, no puedo dejar de preguntarme por qué tiene que pasar el tiempo tan rápido y me asusta la fragilidad que la edad va otorgando a las personas. Actualmente, mi madre se parece horrores a mi abuelo, y nadie podía pensar que por aquel entonces iban a tener tanto parecido. ¿Seré yo como mi madre cuando tenga su edad? La verdad, no es algo que me preocupe mucho, sabemos que el aspecto nos tiene que cambiar con los años. Lo que me preocupa es ver a mi madre tan frágil, luchando por lo que tiene y, lo más importante, luchando por lo que fué. Si cuando tenga su edad llego a ser como ella, seguramente la vida habrá merecido la pena. Esta vida que dura un determinado intervalo de tiempo que transcurre entre el momento en que nacemos y el momento en que morimos. Antes de nacer no existimos y no recordamos nada, y después de morir... será como si no hubiéramos nacido.

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